Datos y cifras
- El sarampión es una enfermedad vírica sumamente contagiosa y grave que se transmite por el aire y puede causar complicaciones graves e incluso provocar la muerte.
- La vacunación frente al sarampión evitó casi 59 millones de muertes entre 2000 y 2024.
- Aunque existe una vacuna segura y costoeficaz, se estima que en 2024 se produjeron 95 000 muertes por sarampión en todo el mundo, en su mayoría niños menores de cinco años no vacunados o sin la pauta completa.
- En 2024, el 84 % de los niños recibió la primera dosis de la vacuna contra el sarampión, un porcentaje ligeramente inferior al 86 % registrado en 2019.
Panorama general
El sarampión es una enfermedad vírica sumamente contagiosa que se propaga con facilidad cuando una persona infectada respira, tose o estornuda. Puede causar síntomas graves, complicaciones e incluso la muerte.
Aunque puede afectar a cualquier persona, es más frecuente en los niños.
Antes de diseminarse por todo el organismo, el virus infecta las vías respiratorias. Provoca fiebre alta, tos, rinorrea y una erupción cutánea que se extiende por todo el cuerpo.
Vacunarse es la mejor manera de no contraer el sarampión y contagiarlo a otras personas. La vacuna es segura y ayuda al organismo a combatir el virus.
Antes de que se introdujera la vacuna contra el sarampión en 1963 y comenzara la vacunación generalizada, se producían importantes epidemias cada dos o tres años, que causaban unos 2,6 millones de muertes anuales.
Se calcula que 95 000 personas murieron de sarampión en 2023, en su mayoría niños menores de cinco años, a pesar de que existe una vacuna segura y costoeficaz.
Gracias a la intensificación de las actividades de inmunización por parte de los países, la OMS, la Alianza contra el Sarampión y la Rubéola y otros asociados internacionales, se evitaron alrededor de 59 millones de muertes entre 2000 y 2024. La vacunación redujo las muertes por sarampión de 780 000 en 2000 a 95 000 en 2024 (1).
Signos y síntomas
Los síntomas del sarampión suelen aparecer entre 10 y 14 días después de la exposición al virus. El más visible es una erupción cutánea evidente.
Los primeros síntomas, que suelen durar entre 4 y 7 días, son:
- rinorrea
- tos
- ojos llorosos y enrojecidos
- pequeñas manchas blancas en la cara interna de las mejillas.
La erupción cutánea aparece entre 7 y 18 días después de la exposición. Habitualmente comienza en el rostro y la parte superior del cuello y se extiende durante unos tres días hasta alcanzar las manos y los pies. Por lo general, dura entre cinco y seis días antes de desaparecer de forma espontánea.
La mayoría de las muertes por sarampión se deben a complicaciones. Entre ellas se incluyen:
- ceguera
- encefalitis (una infección que causa edema cerebral y que puede provocar daños en el cerebro)
- diarrea intensa y la consiguiente deshidratación
- infecciones del oído
- problemas respiratorios graves, como neumonía.
Contraer el sarampión durante el embarazo puede ser peligroso para la madre y provocar partos prematuros y bajo peso al nacer.
Las complicaciones son más frecuentes en los niños menores de cinco años y en los adultos mayores de 30 años. Son más probables en niños con malnutrición, especialmente si presentan deficiencia de vitamina A o su sistema inmunitario está debilitado por el VIH u otras enfermedades. El sarampión también debilita el sistema inmunitario y puede hacer que el organismo pierda parte de su capacidad de defenderse frente a infecciones, lo que deja a los niños en una situación de extrema vulnerabilidad.
Grupos de riesgo
Cualquier persona no inmune (ya sea porque no se ha vacunado o porque no desarrolló inmunidad tras vacunarse) puede infectarse por el virus del sarampión. Los niños pequeños no vacunados y las personas embarazadas corren mayor riesgo de sufrir complicaciones graves.
El sarampión sigue siendo una enfermedad frecuente, sobre todo en algunas zonas de África, Oriente Medio y Asia. La gran mayoría de las muertes se concentra en países con bajo ingreso per cápita o con sistemas de salud deficientes que no alcanzan a vacunar a todos los niños.
Los daños sufridos por las infraestructuras y los servicios de salud en países afectados por desastres naturales o conflictos —así como en los que se encuentran en proceso de recuperación— interrumpen la inmunización sistemática. Además, el hacinamiento en campamentos incrementa el riesgo de infección. Los niños con malnutrición u otros factores que debilitan el sistema inmunitario corren un mayor riesgo de fallecer por sarampión.
Transmisión
El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas. Se transmite por contacto con secreciones nasales o faríngeas infectadas, a través de la tos o de estornudos, y también al respirar el mismo aire que una persona infectada. El virus presente en el aire o en superficies contaminadas sigue siendo activo y conserva su capacidad infecciosa durante dos horas. Por esta razón, es muy infeccioso: una persona infectada puede originar hasta 18 infecciones secundarias.
Los brotes de sarampión pueden causar complicaciones graves y muertes, especialmente entre los niños pequeños y los niños con malnutrición. En los países en los que prácticamente se ha eliminado, los casos importados de otros lugares siguen siendo una fuente importante de infección.
Tratamiento
No existe un tratamiento específico para el sarampión. La atención debe centrarse en aliviar los síntomas, dar confort a la persona afectada y prevenir complicaciones.
Beber suficiente agua y emplear tratamientos para la deshidratación puede compensar la pérdida de líquidos causada por la diarrea y los vómitos. También es importante mantener una alimentación sana.
En algunas ocasiones, los médicos pueden recetar antibióticos para tratar la neumonía y las infecciones de oídos y ojos.
Todas las personas con sarampión, tanto niños como adultos, deben recibir dos dosis de suplementos de vitamina A, con un intervalo de 24 horas entre ambas, para restaurar los niveles bajos de esta vitamina, incluso en los niños bien alimentados. Además, esta suplementación puede ayudar a prevenir las lesiones oculares y la ceguera y a reducir la mortalidad por sarampión.
Prevención
La vacunación comunitaria es la forma más eficaz de prevenir el sarampión y debería extenderse a todos los niños. La vacuna es segura, eficaz y de bajo costo.
Para garantizar la inmunidad hay que administrar dos dosis a los niños. Por lo general, en los países donde el sarampión es frecuente, la primera dosis se administra a los nueve meses de edad, y en otros países entre los 12 y los 15 meses. La segunda dosis suele darse entre los 15 y los 18 meses.
Esta vacuna puede administrarse sola o, con frecuencia, junto con las vacunas contra las paperas, la rubéola y la varicela.
La vacunación antisarampionosa sistemática, combinada con campañas masivas en los países con altas tasas de incidencia, es fundamental para reducir la mortalidad mundial. Esta vacuna se utiliza desde hace unos 60 años y cuesta menos de USD 1 por niño. También se emplea en situaciones de emergencia para evitar la propagación de brotes; conviene recordar que el riesgo de que se produzca un brote es especialmente alto entre los refugiados, que deberían vacunarse lo antes posible.
Aunque combinar vacunas aumenta ligeramente su costo, el suministro y la administración se abaratan y, lo que es más importante, tiene la ventaja de proteger contra la rubéola, que es la infección prevenible mediante vacunas más común que puede infectar a los bebés en el útero.
En 2024 se administraron dos dosis de la vacuna antisarampionosa al 76 % de los niños, y alrededor del 84 % había recibido al menos una dosis antes de cumplir un año. Dado que no todos los niños adquieren inmunidad con la primera dosis, se recomiendan dos para garantizar la protección y prevenir los brotes.
Según las estimaciones conjuntas de la OMS y UNICEF correspondientes a 2024, unos 30 millones de lactantes no estaban suficientemente protegidos contra el sarampión.
Respuesta de la OMS
En 2020, la OMS y los asociados mundiales aprobaron la Agenda de Inmunización 2021-2030 con el fin de alcanzar las metas regionales, que sirven como indicadores para evaluar la capacidad de los sistemas de salud para administrar vacunas infantiles esenciales.
La OMS publicó ese mismo año el marco estratégico contra el sarampión y la rubéola, en el que se establecen siete prioridades estratégicas necesarias para alcanzar y mantener los objetivos regionales de eliminación del sarampión y la rubéola.
Sin una atención sostenida, los logros obtenidos con tanto esfuerzo pueden perderse con facilidad. Los brotes surgen allí donde no se vacuna a los niños. A partir de las tendencias actuales de cobertura e incidencia de la vacunación antisarampionosa, el Grupo de Expertos en Asesoramiento Estratégico sobre Inmunización (SAGE) de la OMS concluyó que no se está cerca de poner fin al sarampión, ya que la enfermedad ha resurgido en muchos países que habían logrado eliminarla o estaban a punto de hacerlo.
La OMS continúa fortaleciendo la Red Mundial OMS de Laboratorios para la Detección del Sarampión y la Rubéola, con el fin de diagnosticar los casos con rapidez y hacer un seguimiento de la propagación internacional de los virus, lo que permite ayudar a los países a coordinar actividades de vacunación específicas y reducir la mortalidad por una enfermedad prevenible mediante vacunación.
La Alianza contra el Sarampión y la Rubéola de la Agenda de Inmunización 2030
La Alianza contra el Sarampión y la Rubéola de la Agenda de Inmunización 2030 —que agrupa a la Cruz Roja Americana; la United Nations Foundation; los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos de América; Gavi, la Alianza para las Vacunas; la Fundación Gates; el UNICEF y la OMS— tiene como objetivo alcanzar las metas sobre el sarampión y la rubéola establecidas en la Agenda de Inmunización 2030.
Esta Alianza, creada en 2001 con el nombre de Iniciativa de Lucha contra el Sarampión y la Rubéola, trabaja para que ningún niño muera de sarampión o nazca con síndrome de rubéola congénita, y ayuda a los países a planificar, financiar y dimensionar las actividades necesarias para eliminar ambas enfermedades.
Referencias